El Festival del Libro de Tucson destaca las voces latinas e indígenas
El Festival del Libro de Tucson destaca las voces latinas e indígenas a través de la carpa Nuestras Raíces y otros espacios, ofreciendo una plataforma para que autores subrepresentados compartan sus historias.

Mucho antes de ser una de las carpas más populares del Festival del Libro de Tucson, Nuestras Raíces era un evento en sí mismo que se realizaba cada año en la Plaza Jácome.
El Festival Nuestras Raíces fue iniciado por las bibliotecarias de Pima County, Helen Gutiérrez y Anna Sánchez, quienes asistieron a un festival latine en Texas y regresaron decididas a hacer algo similar en Tucson.
“Ellas se inspiraron mucho en lo que estaba pasando allá, que era una celebración del arte latine en todas sus formas, como libros, cine y arte. Había un mercadito, había música,” dijo Paulina Aguirre-Clinch, organizadora de la carpa de Nuestras Raíces desde 2010. “Así que les encantó lo que estaba sucediendo allí, trajeron esa idea y la pusieron en marcha aquí.”
Cuando comenzó la planificación del Festival del Libro de Tucson en 2007, Richard Elias, el difunto supervisor de Pima County y defensor de Pima County Library (la Biblioteca del Condado de Pima), insistió en que la biblioteca debía desempeñar un rol, abogando por la inclusión de Nuestras Raíces.
Desde el primer año del festival en 2009, la carpa de Nuestras Raíces se ha enfocado en servir a las comunidades latinas, chicanas, mexicoamericanas e hispanohablantes de Pima County, según Hassael Cazessus, otro miembro del equipo organizador.
“Somos el (único) espacio que cuenta exclusivamente con autores diversos, incluyendo a nuestros autores latinos e indígenas,” dijo Cazessus. “Nos enfocamos en la interseccionalidad entre nuestras comunidades latinas y otras.”
Año tras año, la carpa de Nuestras Raíces ha sido un espacio clave para autores hispanos y locales que se presentan en el festival. El año pasado, la carpa recibió a una diversa gama de oradores, entre ellos historiadore de Tucson Lydia R. Otero y la autora debutante Elizabeth Camarillo Gutiérrez.
La planificación del festival es un proceso que dura un año y comienza aproximadamente un mes después de que finaliza el festival, alrededor de mayo.
Cazessus, Aguirre-Clinch y otros miembros del equipo seleccionan y organizan listas durante todo el año, manteniéndose al día con los libros de autores latinos nuevos y establecidos, generando “listas de deseos” y contactando a autores para invitarlos al festival.
Cazessus dijo que el comité desempeña un rol importante para visibilizar las voces subrepresentadas y también trabaja con miembros de otros géneros para ver cómo pueden compartir a un autor y brindarle una plataforma más amplia para compartir sus historias.
“Es realmente importante atraer a nuestra comunidad a este evento y entusiasmarlos, que los autores que presentamos reflejen todos los diferentes componentes y las diferentes maneras en que las personas forman parte de nuestra comunidad,” dijo la directora ejecutiva, Abra McAndrew. “Intentamos asegurarnos de que todos nuestros géneros reflejen a nuestra comunidad.”
Dado que los autores hispanos e indígenas a menudo tienen dificultades para abrirse camino en la industria, los organizadores dicen que el enfoque del festival en amplificar las voces de estos autores es una respuesta natural.
“Tomó tiempo encontrar gente dispuesta a escuchar la historia y a no verla solo como una cosita interesante, sino más bien como algo crucial para el mundo editorial,” comentó la autora local Melani Martínez sobre su libro “El Molino: Una Memoria.”
Martínez nació y creció en Tucson, y su familia tiene raíces profundas en la comunidad, ya que son dueños de El Rápido, una tortillería y tamalería que abrió en 1933 en el corazón del centro de la ciudad.
Cerró en el año 2000, justo cuando Martínez comenzaba a escribir su memoria, que no se publicaría hasta más de dos décadas después.
Martínez dijo que escribió el libro porque no quería que la gente olvidara el legado de su familia y su importante contribución a la cultura e historia de Tucson. Sin embargo, enfrentó muchos desafíos en su camino hacia la publicación, principalmente el síndrome del impostor que la hacía dudar de su capacidad para contar la historia de su familia.

También enfrentó una batalla difícil mientras escribía el libro.
"Escribir a tiempo completo es un privilegio enorme, y parte de la razón por la que me tomó tantos años escribir un libro,” dijo. “Tuve que mantener un trabajo de tiempo completo y ser madre, esposa, hermana e hija, y tengo muchos otros compromisos en mi vida, y eso no siempre te ofrece el lujo del tiempo y el espacio que requieren las escritoras.”
Puede ser increíblemente difícil “dejar de lado las distracciones y reflexionar y contemplar las cosas” cuando hay una lista interminable de tareas pendientes esperando como parte de una vida que Martínez describió como “ocupada, ocupada, ocupada”.
Martínez será panelista en el festival por primera vez este año, ya que El Molino fue nombrado uno de los 2025 Southwest Books of the Year (Libros del Suroeste del Año 2025) de Pima County Library (Biblioteca del Condado de Pima).
“Estoy un poco nerviosa, pero también emocionada de finalmente ser parte de un discurso del que solo he sido una observadora, o del que he sido testigo, pero no necesariamente parte de la conversación,” dijo. “Ahora puedo ser una de las voces en esa conversación, en ese discurso, lo cual es a la vez aterrador y emocionante.”
El rechazo constante es otro problema al que se enfrentan muchos autores BIPOC (el acrónimo se refiere en inglés a “Black, Indigenous, and People of Color”, lo cual se traduce al español como “personas negras, indígenas o de color”) al intentar entrar en la industria editorial.
“Lo principal para que publiquen tu trabajo es solo la persistencia,” dijo Tom Holm, autor cheroqui que publicó una serie de misterio y es escritor residente de Pima County Library (Biblioteca del Condado de Pima). “Estaba bromeando con un amigo sobre la cantidad de cartas de rechazo que hemos acumulado a lo largo de los años – suficientes para llenar una pared fácilmente.”
Como autor indígena, nunca pudo encontrar un agente y tuvo que navegar por el mundo editorial prácticamente solo. Aunque ha tenido muchos éxitos en su carrera, Holm también ha enfrentado muchos rechazos y pérdidas.
Mientras trabajaba para publicar The Osage Rose (La Rosa de Osage), su novela de misterio sobre los asesinatos de Osage en la década de 1920, Holm fue rechazado repetidamente por editoriales y agentes.

Pero cuando un autor blanco de Nueva York escribió sobre el mismo tema, la obra cobró gran popularidad, lo que eventualmente llevó a la película Killers of the Flower Moon (Los Asesinos de la Luna de las Flores).
“Puedes escribir algo que creas bueno y todo lo demás, pero realmente descubrí que los escritores blancos, incluso si hablan del mismo tema, publican más que nadie,” dijo. “No se trata solo de marginación, sino de exclusión. Realmente no quieren publicar cosas que estén al borde de la controversia o, ya sabes, que den voz a la gente morena.”
Este será el quinto año que Holm participa en el festival. Ha asistido a otros festivales del libro y dijo que el de Tucson realmente les da a los autores de color un espacio para hablar.
Estará discutiendo su nuevo libro, Panther Creek (Arroyo Pantera), una novela de misterio que profundiza en el tema del movimiento Murdered and Missing Indigenous Women and Girls (Mujeres y Niñas Indígenas Asesinadas y Desaparecidas).
Convertir una historia en un libro es la máxima validación, dijo Martínez.
“Hay muy pocas cosas que le den credibilidad a una historia aparte de publicarla en un libro,” dijo Martínez. "Hay algo en tenerla en un libro encuadernado, publicado e impreso por una editorial, que de repente eleva la credibilidad de tu historia a un nivel completamente nuevo.”
Pero llevar a un libro a la meta, especialmente para autores de comunidades marginadas, puede parecer una lucha interminable. Los autores se enfrentan a rechazos, editoriales y agentes que no ven el valor de sus historias, y a sus propias dudas.
“Parte del esfuerzo de todo nuestro equipo consiste en abogar por estos autores y sus barreras, reconocer esas barreras y presentarlas a nuestros colegas de los comités de TFOB (las siglas en inglés de “Tucson Book Festival”, lo cual se traduce a Festival de Libros de Tucson) para brindar más apoyo a estos autores,” dijo Cazessus, miembro del comité de Nuestras Raíces.
Otro reto que enfrentan estos autores es la idea errónea de que, por ser latinos, sus historias también deberían tratar sobre latinos.
“No, somos todas estas cosas. Formamos parte de todas estas cosas hermosas sobre las que deberíamos escribir, ¿sabes?,” dijo Cazessus.
Publicar un libro les brinda oportunidades a los autores, como hablar en eventos o convertirse en expertos en su materia.
También permite a los miembros de la comunidad construir y moldear la narrativa de su comunidad, permitiendo una representación genuina y cruda desde su perspectiva.
“Si no escribimos la historia, alguien más la escribirá por nosotros. Así que necesitamos documentar nuestro propio testimonio,” dijo Martínez. “Necesitamos tenerlo escrito en algún lugar, y no hay nada ahí.”
Susan Barnett es editora adjunta del Foco de Tucson y estudiante de posgrado en la Universidad de Arizona. Anteriormente trabajó para La Estrella de Tucson. Contáctala en susan@tucsonspotlight.org.
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