Del ADN al espacio: proyectos del SARSEF marcados por boom científico

Los primeros años del SARSEF, en las décadas de 1950 y 1960, mostraron proyectos estudiantiles inspirados en avances en la investigación del ADN, la exploración espacial y la ciencia ambiental.

Del ADN al espacio: proyectos del SARSEF marcados por boom científico
Un artículo de noticias de 1955 anunciando la primera feria científica. Cortesía de SARSEF.

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Haremos un viaje al pasado y nos sumergiremos en la historia de la feria científica del SARSEF década tras década, hasta la celebración de su 70º aniversario, el viernes 7 de febrero.

Fundada en 1955, la Feria de Investigación, Ciencia e Ingeniería del Sur de Arizona (conocida como SARSEF por sus siglas en inglés) rápidamente se convirtió en una plataforma para las mentes científicas jóvenes de todo el sur de Arizona.

La primera feria contó con 120 proyectos, dos de los cuales avanzaron a la Feria Nacional de Ciencias. El evento inaugural preparó el escenario para lo que se convertiría en un pilar de la curiosidad científica y la excelencia académica en la región.

A lo largo de sus 70 años, las participaciones en la feria han reflejado en gran medida el discurso científico global de cada época, por lo que el Foco de Tucson está haciendo un viaje al pasado y sumergiéndose en la historia de las ferias científicas de SARSEF.

En su primer año, dos proyectos destacados —Un estudio de las secciones cónicas de Richard Sommerfield y Generador de ozono de John Bonecutter — avanzaron a la prestigiosa Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería. Esos proyectos se centraron en las matemáticas y las ciencias ambientales y exploraron la creciente comprensión de la capa de ozono y los rápidos avances en la investigación ambiental.

El proyecto de Sommerfield abordó el uso emergente de modelos matemáticos avanzados para explicar los fenómenos naturales, un concepto que estaba ganando impulso como parte del creciente empuje hacia la ciencia computacional y la exploración espacial.

El “Generador de Ozono” de Bonecutter reflejó las crecientes preocupaciones sobre los efectos de la industrialización en la atmósfera; preocupaciones que continuarán en aumento en las siguientes décadas.

El éxito inicial de la feria estuvo marcado por el apoyo de organizaciones locales. The American Chemical Society (La Sociedad Química Estadounidense), que otorgó a Monte Nichols $25 por su proyecto de crecimiento de cristales, mientras que Tucson Pharmaceutical Association (Asociación Farmacéutica de Tucson) entregó un matraz graduado de doble escala a Elizabeth Boyle, quien estudió la deficiencia de vitamina A en ratones.

Un artículo de noticias que presenta a profesores y estudiantes de la feria de ciencias SARSEF de 1969. Cortesía de SARSEF.

Estos premios demostraron la inversión de la comunidad en fomentar el talento científico joven y la importancia del aprendizaje práctico, que se estaba convirtiendo en un sello distintivo de las reformas educativas en la era de la posguerra a medida que se ponía más énfasis en la creatividad y las habilidades de resolución de problemas en los estudiantes.

Para 1958, el SARSEF se había convertido en un elemento clave en el panorama educativo del sur de Arizona. La selección de Ann Lyon y Richard Jensen para asistir a la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería en Flint, Michigan, marcó un objetivo importante para la feria.

Sus proyectos, junto con otros de ese año, reflejaron el descubrimiento científico de la época: el ADN.

La investigación de Sylvia Kerr sobre la “Base Química del ADN de los Genes” probablemente se inspiró en el descubrimiento innovador de la doble hélice del ADN en 1953, que despertó un gran interés en la genética y la biología.

Otros proyectos notables incluyeron estudios sobre especies extintas como el mamut colombiano, la máquina de Van de Graaff y la importancia del sistema solar. Incluso hubo un proyecto que rastreaba el historial médico de un caballo herido. 

Estos proyectos hicieron eco de los rápidos avances científicos de la década de 1950, una década definida por descubrimientos que revolucionaron las ciencias biológicas. Al mismo tiempo, el auge de la paleontología, impulsado por los descubrimientos de fósiles, inspiró a los estudiantes a explorar formas de vida antiguas.

En la década de 1950 también los estudiantes presentaron proyectos que se correlacionaban directamente con las prioridades científicas de la época, como la exploración espacial y la ingeniería práctica. En 1959, proyectos como “Vida Vegetal en Venus” mostraron el creciente interés de los estudiantes por el espacio.

Estos temas eran paralelos a la carrera internacional para explorar el espacio, particularmente después del exitoso lanzamiento por parte de la Unión Soviética del Sputnik, el primer satélite artificial, en 1957. También reflejaban la creciente atención que se estaba prestando a la astrofísica y la astronomía, campos que estaban ganando popularidad e importancia a medida que la exploración espacial se convertía en un foco de rivalidad durante la Guerra Fría.

Estudiantes muestran su creación durante la feria de ciencias SARSEF de 1959. Cortesía de SARSEF.

Otros proyectos, como el “Sistema Eléctrico de un Automóvil”, reflejaron una mentalidad de ingeniería práctica y se inspiraron en el auge económico posterior a la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, Estados Unidos se estaba convirtiendo rápidamente en una sociedad impulsada por el consumo, con la expansión de la industria automotriz y un interés creciente en las innovaciones tecnológicas para el hogar y la industria. Estos proyectos también reflejaron la creciente tendencia hacia la ciencia aplicada que impactó directamente la vida cotidiana.

El comienzo de la década de 1960 vio una mayor participación y entusiasmo académico por la ciencia, con más escuelas del sur de Arizona involucrándose en SARSEF.

El notable filántropo de Tucson, Sam Hughes, ganó un premio por su proyecto en 1963, uno de los 250 proyectos presentados por su escuela. Este aumento de interés estuvo relacionado con el enfoque nacional en la ciencia y la tecnología durante Space Race (Carrera Espacial). En respuesta, las escuelas estadounidenses comenzaron a poner un fuerte énfasis en las materias STEM.

Libros como Tú, tu hijo y la ciencia, que animaban a los padres a fomentar la curiosidad científica de sus hijos, ganaban popularidad. El creciente interés por la educación científica en casa ayudó a impulsar la próxima generación de científicos. 

En 1962 y 1963, el SARSEF continuó presentando proyectos que mostraban tanto innovación como rigor científico. Algunas de las entradas notables incluyeron a Sondra Kay Johnson, estudiante de último año de Rincón High School que sufría de alergias graves y decidió estudiar el polen, y el modelo de Gary Walker de un carro sin ruedas, impulsado por una corriente de aire autogenerada. 

Estos proyectos, aunque basados en las ciencias biológicas y físicas, también reflejaban el creciente interés por el ambientalismo y las tecnologías alternativas durante la década de 1960. El movimiento contracultural y los primeros días de la energía verde estaban comenzando a influir en el pensamiento público, animando proyectos que reinventaban el futuro del transporte y la sostenibilidad.

El clima cultural de los años 60 también influyó en los tipos de proyectos presentados en el SARSEF. Los movimientos sociales de la época —como la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohibió la discriminación, y los Disturbios de Stonewall de 1969, que impulsaron el movimiento por los derechos LGBTQ+— estaban empezando a dar forma a la conciencia de los jóvenes sobre el mundo y sus intereses científicos. Estos movimientos animaron a los jóvenes a cuestionar las normas establecidas, llevándolos a explorar áreas de investigación nuevas, a veces poco convencionales.

La década de 1960 fue una época de cambios sociales, avances tecnológicos y una mayor conciencia de los problemas globales. Los proyectos presentados en la feria anual de la SARSEF durante esta época no solo fueron un reflejo de estos cambios, sino también un testimonio del creciente papel de la feria en la formación del panorama intelectual del sur de Arizona y más allá.


Angelina Maynes es egresada de la Universidad de Arizona y reportera del Foco de Tucson. Contáctala en angelinamaynes@arizona.edu.

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