Campamentos de ayuda fronteriza desmantelados en medio de disputas federales
Grupos humanitarios están desmantelando campamentos de ayuda para migrantes cerca de Sasabe, citando órdenes federales que las agencias niegan, mientras los solicitantes de asilo enfrentan deportaciones y continuos desafíos fronterizos.

Grupos humanitarios están desmantelando campamentos de migrantes a lo largo del muro fronterizo al este de Sasabe bajo lo que ellos dicen son órdenes del gobierno federal, aunque las agencias niegan sus afirmaciones.
Un voluntario del grupo de ayuda Samaritanos de Tucson dijo que alguien del Servicio Forestal de EE.UU., la agencia que administra el terreno en el que se encuentra el campamento, le dijo que el campamento era un riesgo de incendio y que debía ser desmantelado.
Charlie Cameron, un Samaritano, dijo que los grupos fueron informados el 18 de diciembre de que el Servicio Forestal estaba redactando órdenes para retirar el campamento, durante una comunicación informal en la frontera.
El 27 de diciembre, Cameron llamó al portavoz del Servicio Forestal para discutir más a fondo los detalles de la orden y le dijeron que “si iba a llegar una orden, sería bajo la nueva administración y (que) se estaba redactando actualmente,” aunque señaló que no ha habido ninguna comunicación de ese portavoz desde entonces.
“Dijeron que lo derribarían ellos mismos, es decir, tirarían todo a la basura,” dijo al Foco de Tucson Gail Kocourek, voluntaria de los Samaritanos. "Es por eso que lo estamos retirando lentamente.”
La portavoz del Servicio Forestal de Estados Unidos, Starr Ferrell, dijo que la agencia “no ha tomado ninguna medida relacionada con las organizaciones humanitarias a lo largo del muro fronterizo al este de Sasabe” y dirigió las preguntas relacionadas a la aplicación de la ley fronteriza a U.S. Customs and Border Protection (CBP por sus siglas en inglés y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en español)
CBP no respondió a la solicitud de comentarios del Foco de Tucson.
Independientemente de dónde vino la orden, los campamentos están siendo desmantelados, algo que Foco confirmó durante una visita reciente a la frontera entre Estados Unidos y México, a unas 20 millas de Sasabe, junto a uno de los grupos.

Alrededor de las 3 a.m., ocho hombres entran a una carpa en un campamento operado por grupos de ayuda humanitaria, se envuelven en mantas e intentan dormir.
El campamento es mantenido por varias organizaciones humanitarias, incluyendo los Samaritanos de Tucson, Samaritanos de Green Valley-Sahuarita, No Más Muertes y Humane Borders, entre otras.
Proveen comida, agua potable, refugio, ropa, un fuego cálido y, durante las primeras horas de la mañana, café, chocolate caliente y refrigerios.
El campamento incluye dos tiendas de campaña, dos fogones, una luz que funciona con energía solar y docenas de cajas utilizadas como asientos y para almacenar artículos como barras de granola, puré de manzana, productos para el cuidado femenino y pañales.
Un baño portátil está ubicado a unos metros del campamento, junto con tanques llenos de agua para beber.
"Sabemos que hay planes para extender el final del muro aquí, así que lo que estamos haciendo es reducir nuestra huella, pero manteniendo nuestra efectividad en anticipación de que algo sucederá,” dijo el Samaritano Charlie Cameron. “Tal vez los militares entren y ocupen...e impidan que la gente cruce.”
El campamento solía estar justo al final del muro, pero desde entonces se ha movido unos 50 metros más lejos. También se ha reducido significativamente su tamaño.
Por mucho tiempo han servido como punto de llegada para migrantes que a menudo viajan durante meses para llegar a Estados Unidos.
Muchos, como Hugo, vienen buscando asilo. Llegó en un grupo de ocho que incluía a otro hombre de Ecuador, un hombre de Nepal y cinco hombres de la India.
En Ecuador es abogado y trabaja en un notario público. La vida de Hugo era cómoda, pero después de dos homicidios - uno en una cafetería cerca de su trabajo y el segundo, el de su vecino del piso de al lado) - decidió que necesitaba irse, diciendo que sentía que su vida corría peligro.
Hugo dijo que el año pasado, 15 abogados fueron asesinados en su país.

Ecuador enfrenta una corrupción profundamente arraigada en su sistema judicial, con el personal judicial enfrentando amenazas de muerte y el asesinato del fiscal que llevaba el caso de un ataque en vivo a un estudio de televisión que involucra al crimen organizado.
“Hay mafias muy fuertes en este momento que controlan el Ecuador. Ellos controlan todo,” dijo. “El gobierno siempre intenta pintar una imagen positiva al decir que ha luchado contra el crimen organizado, pero ha sido uno de los gobiernos más desastrosos que ha tenido el país, donde ha habido más muertes, extorsiones, persecuciones y secuestros.”
La tasa de homicidios de Ecuador ha aumentado a 45 por cada 100,000 personas, lo que lo coloca entre los tres países latinoamericanos más violentos, según Human Rights Watch. La violencia está impulsada por el crimen organizado, con dos grandes pandillas que luchan por el control territorial.
El conflicto de poder ha llevado a “violencia extrema, incluyendo decapitaciones y desmembramientos, atentados con coches bomba y ataques y asesinatos de jueces, fiscales, periodistas y candidatos políticos”, según Human Rights Watch.
Aunque Hugo manejaba casos civiles, temía por su vida debido a su profesión.
“La situación en nuestro país ahora es insostenible. Somos perseguidos, nuestras vidas están en riesgo,” dijo. “Salir (de nuestro país) también pone en peligro nuestras vidas, pero (en Ecuador) es aún más peligroso.”
Hugo tomó un avión a México y caminó hacia el norte para buscar asilo en Estados Unidos. Dijo que cruzar por México fue una de las experiencias más traumatizantes de su vida.
Cuando habla por teléfono con sus padres, les dice que todo está bien. Pero en realidad dijo que no volvería a hacer el viaje, agregando que el frío que experimentó en el desierto no se parecía a nada en su país.
Su esperanza es buscar asilo en Estados Unidos.
A las 5 de la mañana, los Samaritanos llegan al campamento e inmediatamente se ponen a trabajar instalando una estación de café, alimentando el fuego, quitando etiquetas de guantes y gorros y despertando a los solicitantes de asilo para prepararlos para lo que está por venir.
Mientras que los hombres ecuatorianos hablan español, ni el hombre de Nepal ni los hombres de la India entienden inglés o español y se quedan en la oscuridad sin forma de explicarles lo que sucede a continuación.
Anteriormente, el campamento tenía Internet satelital que permitía a los voluntarios usar Google Translate (Traductor de Google) para comunicarse, pero Koucurek dijo que el Servicio Forestal también les impidió llevarlo a los campamentos.
Mientras todos se agrupaban alrededor del fuego, los Samaritanos preguntaron a Hugo y Marcello, el otro ecuatoriano, si conocían la situación política en Estados Unidos.
Explicaron que el país ya no procesa casos de asilo y lo más probable es que sean deportados.
Hugo escuchó atentamente mientras hablaba el Samaritano, su rostro fijo, pero sus ojos exhaustos.
También les dijeron qué esperar a continuación: que la CBP llegaría alrededor de las 7 a.m., que les pedirían que pusieran sus teléfonos en sus mochilas y que les quitarían sus pertenencias.
Les dijeron que les pedirían que formaran una fila a lo largo del muro fronterizo y luego los llevarían a un centro de procesamiento a unos 40 minutos de distancia.
Hugo agradeció a los Samaritanos por los guantes, el refugio y el chocolate caliente, mientras los voluntarios ofrecían comida a los hombres mientras esperaban que llegaran los agentes.
“Desafortunadamente, creo que quienes vengan a pedir asilo no tendrán la oportunidad de obtener asilo,” dijo el Samaritano Nicholas Matthews. “Aunque es su derecho legal, los van a deportar a sus países.”
Una de las primeras acciones del presidente Donald Trump con respecto a la inmigración y el control fronterizo fue cancelar la aplicación CBP One y firmar una orden ejecutiva que suspende el asilo indefinidamente para cualquier persona “involucrada en la invasión” de EE.UU.
Y aunque un juez recientemente levantó una orden de suspensión de trabajo en cuatro programas que ayudaban a los solicitantes de asilo, cuando Hugo solicitó asilo hace menos de dos semanas, los programas estaban en pausa.
"Mientras la gente siga cruzando en busca de asilo - hombres, mujeres, niños, mujeres embarazadas, niños pequeños, bebés-, estaremos aquí para ellos hasta que nos obliguen a irnos," dijo Cameron.
Los orígenes del campamento comienzan en el invierno a finales de 2023, cuando una multitud de refugiados abrumó a la Patrulla Fronteriza.
Cientos de migrantes pasaron la noche en el frío invernal hasta que las organizaciones humanitarias se movilizaron para dar alimentos, ropa de abrigo, refugio y agua. Los campamentos han seguido operando desde entonces.
Otro campamento a unos siete kilómetros del final del muro fronterizo, que anteriormente era un popular punto de cruce, está casi completamente desalojado.
Después de que los agentes de CBP recogieron a los hombres, los Samaritanos comenzaron a limpiar el campamento, recogiendo basura, rastrillando el suelo, doblando las mantas y limpiando el baño. También comenzaron a retirar algunas de las varillas metálicas más grandes que se utilizaban como refugio adicional cuando el campamento estaba justo en la brecha del muro.
"Por lo que hemos visto sobre la migración, siempre va a suceder, no importa quién sea el presidente,” dijo Matthews. "Incluso si las cosas están más tranquilas en este momento en términos de migración, siempre habrá aumentos porque no podemos controlar que haya algo en Sudamérica o una guerra en África o algo en Medio Oriente.”
Si bien se desconoce el destino de Hugo, Estados Unidos ya ha comenzado a deportar personas a Ecuador.
El día después de la llegada de Hugo, un avión militar realizó 80 vuelos de deportación de regreso a Ecuador y Guatemala, con algunos de esos vuelos saliendo desde el Aeropuerto Internacional de Tucson.
"La gente siempre buscará la mejor opción,” dijo Matthews. “Incluso si las leyes cambian para que la gente no pueda pedir asilo, siempre llegarán migrantes. Es sólo cuestión de tiempo.”
Susan Barnett es editora adjunta del Foco de Tucson y estudiante de posgrado en la Universidad de Arizona. Anteriormente trabajó para La Estrella de Tucson. Contáctala en susan@tucsonspotlight.org.
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